Y el tiempo nunca se detiene...

Esto es lo primero que se me viene a la cabeza en un día como hoy. Y es que ya se han terminado las clases, y eso provoca irremediablemente la salida a la luz de mi lado de abuelo cebolleta...

Y es que en momentos como éste me es imposible dejar de pensar en lo rápido que pasa el tiempo. Hace cinco años ya que estaba estudiando ( bueno estudiando un poco, en mi línea) para el examen de selectividad. Tantas y tantas cosas han pasado desde entonces, y algunas realmente increíbles. Está claro que en aquel momento no podía sospechar todos los cambios que me esperaban. (Osea que lo de cambiarme de carrera no estaba planificado, no era porque me aburriese...)

Y volviendo a lo más próximo, se me ha pasado volando el curso. Eso puede provocar un poco de melancolía, pero al hacer inventario sale mi lado optimista, y es cuando pienso que no ha sido un mal año.
Creo que me han pasado muchas cosas, y sobre todo muy repentinas. Muchos cambios, cosa que van contra mi manía de tener miedo a los cambios. Algunos de estos cambios llevaba deseando que sucediesen desde hace tiempo, y sigo sin explicarme cómo han podido suceder con tanta facilidad. Está claro que a veces las cosas pasan cuando menos lo esperas. Ahora toca disfrutarlo y como nunca me cansaré de repetir, lo más importante es aprender de los errores.

Así que de este año me llevo una maleta llena de buenas cosas, de buenos recuerdos y sobre todo de muchas lecciones aprendidas.

Gracias a todos los que me habéis ayudado a llenar esa maleta, espero que os llevéis algo mío en la vuestra.